lunes, 21 de enero de 2013

Acerca de la música.

No recuerdo bien cuando empezó mi amor por la música, pero si sé que The Doors marcó el inicio de un viaje que no terminaría jamás. Fue a mediados del año 93 cuando los escuché por primera vez y desde entonces mi vida cambió para siempre.
¿Quién es ese desquiciado que puede dar alaridos demenciales y al mismo tiempo ser sutil al punto de envolverte con su aterciopelada voz? ¿Y esa banda tan extraña que lo acompaña, con esos sonidos de órgano y guitarra intergalácticas?. ¿Será posible que al fin encontrara eso que tanto tiempo busqué?.
Sí. Eran los Doors. Era magia pura.
La primera vez que escuché The Crystal Ship creí que me iba a volver loco, con un Morrison calmo, pero certero, un órgano muy suave de fondo y un piano ejecutado por Dios. La guitarra llevaba solo unas notas de acompañamiento, no se necesitaba más que eso, la batería de Jhon era el punto exacto entre el cielo y el infierno. Pensé que era la mejor canción que había oído en mi vida. Todavía lo pienso.
Pero no fue hasta que escuché The End, que la locura se hizo realidad.
Apagué la luz y le dí play a la cassetera de mi radio y comenzó el sueño, once minutos después decidí que no iba a despertar de ese trance jamás.
Hoy, en el año 2013, y a casi 20 años de mi hallazgo, solo quiero darle las gracias a la música por hacer de mí lo que soy, por mantenerme vivo, por hacerme reir y llorar, por estar en cada lugar al que voy, por ser mi compañera, por levantarme cuando me caigo, y por tantas cosas más, pero principalmente quiero agradecer a los Doors por haber sido el vehículo cósmico que me salvó para siempre.
Gracias Ray, Jhon, Robby, Jim. Gracias.

1 comentario: